Opinión

València

El ascenso del futuro

El levantinismo tiene que estar orgulloso de lo que fue, de lo que es y de lo que parece que será

El Levante UD celebra por toda Valencia el ascenso a primera división conseguido tras la victoria por 2-3 ante el Burgos en la penultima jornada de la Liga Hypermotion. Plaza del Ayuntamiento

El Levante UD celebra por toda Valencia el ascenso a primera división conseguido tras la victoria por 2-3 ante el Burgos en la penultima jornada de la Liga Hypermotion. Plaza del Ayuntamiento / G. Caballero

El levantinismo se quitó en Burgos la espina que llevaba clavada durante dos años. Dos años de lamentos por un penalti que dejó helado a un Ciutat de València que se quedó a las puertas de Primera. Seguramente en Burgos se cerró un capítulo y ahora se abre otro en un Levante ‘salvado’ por la campana en un momento económico crítico. Porque dice el presidente, Pablo Sánchez, que lo económico y lo deportivo van de la mano. Y este Levante no se entendía sin un camino en Primera que volviera a aumentar los ingresos y sirviera de luz en estos instantes. Buena parte de la responsabilidad de ese éxito la tienen Pablo Sánchez y José Danvila. El año ha sido largo y duro, tanto que los momentos de ‘debilidad’ han servido para generar todavía más esa unión de grupo que es muy complicada de encontrar. Lo contaba Iborra en su entrevista a Superdeporte y lo ha visto todo un levantinismo, que durante la temporada ha vivido situaciones críticas. No solo en partidos, sino también en mercados. El adiós de Andrés García fue uno de esos golpes que el vestuario supo reconducir. Y no era fácil. Porque él fue clave en una primera vuelta que ya dibujaba el camino al ascenso a Primera División. Y desde la distancia ha estado remando como uno más.

Andrés García ha visto desde lejos como Carlos Álvarez se convertía en el hombre del ascenso. Dentro de 50 años su gol todavía se comentará en las previas de un Ciutat de Valencia que añorará a aquel ‘loco bajito’. El fútbol no se perderá mientras quede gente como Carlos, a quien hay que pasar a llamar Don Carlos. Lejos queda aquel ‘Carlitos’, que para colmo a él le gusta entre poco y nada. El sevillano es un talento natural y, junto a él, nombres como Brugué o Kochorashvili han escrito algunas de las páginas de mayor gloria en esta 24/25. También un José Luis Morales que volvió con cierto runrún y que ha terminado haciendo goles y además siendo vital en el día más importante del curso. Gol, asistencia y saque de banda como lateral derecho. Protagonista de lujo. Julián Calero, por su parte, merece todo el reconocimiento del mundo y además por todas sus facetas. Como entrenador, como psicólogo y hasta como aficionado. Él ha sido uno más de toda una fiesta en la que no hay que olvidarse de Vicente Iborra.

El capitán, el jefe del vestuario, el hombre tranquilo... Iborra representa todo lo que un futbolista quiere y debe ser. Ejemplo para los de la grada y para los del vestuario. Volvió de El Pireo para tocar el cielo con su Levante. Porque él tenía una promesa. Y la ha cumplido. Ahora el levantinismo debe afrontar el verano de manera ‘disfrutona’. Lejos de la preocupación de cómo de difícil será salvar la categoría. Se tiene que dedicar de manera egoísta un verano de ilusión y de venirse arriba. Porque este ascenso ha merecido mucho la pena. Y, sobre todo, el levantinismo tiene que estar orgulloso de lo que fue, de lo que es y de lo que parece que será. Porque la plaza del Ayuntamiento tenía multitud de nanos jóvenes que poco a poco están generando una mayor masa social. Que no se pierda. Es momento de cuidarlo y disfrutar. Porque este ha sido el ascenso del futuro.

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